lunes, 18 de julio de 2011

Capítulo 9

Nos despertamos nada más amanecer. Estábamos demasiado nerviosos como para seguir durmiendo. Él se fue al baño y yo me puse una bata y preparé algo para desayunar. Hice unas tostadas y puse en la mesa mantequilla y mermelada. Nos sentamos en la mesa y desayunamos en silencio.

Cuando terminamos, Harry limpió los platos y yo fui a vestirme. Entré en el baño y me miré en el espejo. ¿Estaría embarazada? Miré mi tripa, pero no noté nada. Me lavé los dientes y la cara, tenía que conseguir despejarme. Salí del baño y vi a Harry meterse en el dormitorio.

- Cariño, prefiero ir sola. Quédate tú aquí y descansa. En muy poco rato estoy aquí.

- ¿Estás segura? – dijo bostezando.

- Vete a dormir anda, en unas horas estaré aquí. Te lo prometo – y le di un beso.

- Espera – dijo acercando su dedo a mi mejilla. – Una pestaña, pide un deseo y sopla – y así hice. - ¿Qué has pedido?

- Si te lo digo no se cumplirá – y le sonreí.

- Si lo sé no te quito la pestaña.

- Algún día te diré lo que he pedido, cuando se cumpla.

- ¿Ya das por supuesto que se va a cumplir? – preguntó sorprendido.

- Tengo un presentimiento – y me reí.

Nos volvimos a besar y yo me fui. Decidí ir andando hasta la tienda más cercana, me sentaría bien. No hacía tanto frío como los días anteriores, se estaba muy bien. Caminé durante una media hora y encontré una tienda. Dudé unos segundos, pero al final entré. Me acerqué al mostrador y le pedí varias cosas que no necesitaba, además del test de embarazo. El dependiente me miró con una sonrisa y me lo dio todo. Pagué y salí de la tienda.

Cuando caminaba de vuelta, me encontré con la madre y la niña del otro día. Me reconoció y me sacó la lengua. Yo hice lo mismo, pero justo en ese momento la madre me miró. Yo me di la vuelta y me alejé.

Volví por el mismo camino. No paraba de pensar en lo que iba a ocurrir en unos minutos. Pero algo me detuvo. Empecé a oler algo raro, no sabía qué era. Seguí andando y empecé a ver muchos coches parados enfrente de la casita. Di unos pasos más y lo entendí todo. La casa estaba en llamas. Dejé caer la bolsa y fui corriendo. ¡La casa estaba en llamas! ¡No! ¡Harry! ¡Por favor, no! Cuando llegué justo a la altura de los bomberos, un hombre me paró.

- ¡Harry está dentro! ¡Suéltame! ¡Déjame entrar! ¡Por favor! ¡Tengo que entrar!

- Señorita, no puede entrar. La casa se puede caer en cualquier momento.

- Por favor, no lo entiende, mi novio está ahí dentro. Tengo que encontrarle. Por favor. Se lo suplico.

- Lo siento. Los bomberos acaban de entrar, si hay alguien, lo sacarán.

El hombre seguía sujetándome. No podía ser verdad lo que estaba pasando. No, por favor. Harry, tú no. No te vayas, no me dejes sola. Y en ese momento vi que un bombero sacaba un bulto de la casa. Empecé a chillar y a llorar.

- ¡Harry! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Suélteme!

Me soltó y yo fui corriendo hacia la camilla donde habían puesto su cuerpo, inmóvil, sin vida. Intenté abrazarle, pero un bombero me lo impidió.

- No puedes tocarlo. ¡Que alguien se la lleve!

- ¡No! ¡Harry! ¡Por favor Harry, despierta! ¡No me puedes hacer esto! ¡Despierta, por favor! ¡Suélteme! ¡Necesito ir con él! ¡Déjeme! ¡Harry! ¡Cariño, despierta!

Pero él no despertó. Siguió quieto en aquella camilla. Un hombre me cogió en brazos, como pudo, y me metió dentro de un coche, cerrando las puertas para que yo no saliera. Pero yo no me rendí, empecé a dar golpes para me dejaran salir. Nadie me hacía caso. Empecé a gritar y a dar más golpes, pero nada. Todo el mundo estaba pendiente de la casa. Desde el coche no podía ver a Harry. Pero miré por la parte de atrás y ahí estaba él. Unos hombres habían puesto un plástico encima de él. Los odiaba. Odiaba al hombre que me había encerrado en este maldito coche, odiaba a los bomberos por no haber llegado antes, odiaba a Harry por haberse ido, y me odiaba a mí por haberle dejado solo en la casa. Empecé a llorar otra vez y poco a poco noté que me sumergía en la inconsciencia. No, ahora no. Tengo que estar despierta, no puedo desmayarme. Pero no pude hacer nada. Se me cerraron los ojos y caí en el asiento trasero de aquel coche.

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