lunes, 18 de julio de 2011

Capítulo 3

Me despertó la luz que entraba por la ventana. Miré a mi derecha y vi que mi amante no estaba. Me levanté muy despacio y miré a mi alrededor. Vale, mi ropa estaba en la otra punta de la casa y yo me estaba congelando. Vi que las bragas de anoche no estaban rotas, así que me las puse. Y como eso no iba a quitarme el frío, me puse la colcha por encima. No sé si era por el cansancio o porque, pero iba dando tumbos por toda la casa, además, la colcha era demasiado grande y no me dejaba moverme con facilidad. Cuando pasé por el baño, oí abrirse la puerta y vi a Harry mirándome sorprendido y riéndose.

- ¿Qué es tan gracioso? – pregunté aún soñolienta.

- Tú y la enorme colcha que estás arrastrando. ¿Tienes frío? Espera, voy a encender la chimenea.

- ¡Quieres ponerte una camiseta! Me estás dando mucho frío. Y luego te pondrás malo y no me podré acercar a ti.

Pero solo recibí risas como contestación. Llegué hasta el salón y fui a sentarme en el sofá, pero ya estaba ocupado. Le miré con odio fingido y él me miró burlón.

- Creo que te toca hacer lo que yo te diga si quieres un diminuto hueco en este calentito sofá.

- Eres un crío.

Pero no me dejé ganar. Me quité la colcha y me senté encima de él. Como iba medio desnuda, no obtuve demasiada resistencia por su parte.

- ¿De verdad vas a dejar que me muera de frío? – y le puse mi mejor sonrisa.

- No hay quien pueda contigo. Tú ganas.

Y me hizo un hueco a su lado, me acurruqué y él me pasó la manta por encima. Me dio un beso en el hombro y se levantó.

- ¿Qué haces? ¿No vas a calentarme?

- ¿No tienes suficiente con la manta?

- No. Ya sabes que yo siempre quiero más – y los dos nos reímos.

- Voy a preparar algo para desayunar. Pero no tardo mucho – se acercó y me dio un beso en la nariz.

- ¡Eh! ¡Quiero mi beso de buenos días! – Harry suspiró y se sentó a mi lado.

- Vale. Buenos días cariño, espero que hayas dormido bien – y al terminar me dio un beso en los labios, demasiado pasional para esas horas del día. Cuando terminó, me susurró en el oído – A veces creo que te malcrío demasiado.

- ¡Y lo que te encanta mimarme y que sea feliz! Además, luego yo te lo recompenso, ¿o no? – y me subí al sofá para estar a su altura, agarrarme a su cuello y que él tuviera que cogerme.

- Cierto, en eso llevas razón. Pero creo que ahora es mejor que comamos algo para coger fuerzas – me dejó otra vez en el sofá y se fue a la cocina.

Mientras él preparaba algo para comer, yo me tumbé en el sofá y me tapé todo lo que pude con la manta. Hacía muchísimo frío y la verdad es que aquella manta era muy calentita. No tuve que esperar mucho, antes de querer darme cuenta, tenía a Harry a mi lado pasándome un cuenco con cereales.

- Te lo podías haber currado un poco más. Esto es desayuno de todos los días, ¡yo quería algo especial! – pero no tardé en meterme la cuchara repleta de cereales en la boca. Me encantaban estos desayunos.

- Cuando compremos algo, podremos desayunar todo lo que tú quieras. Pero por ahora, tendrás que conformarte con esto.

- ¿Vamos luego a hacer la compra? Me apetece ver la ciudad.

- Perfecto. Pero no pensarás salir así, ¿no? – ya estaba Harry haciendo de padre.

- Tranquilo, me quitaré las bragas y ya iré perfecta – y me reí mientras él me ponía cara de circunstancia. – Espero que me hayas traído algo bonito para ponerme.

- Míralo tú misma, yo voy a ducharme.

Y mientras Harry se metía en el baño, yo abría las dos maletas que me había traído y observaba toda la ropa. Vestidos, vestidos y más vestidos…. ¿De verdad pensaba que serían muy útiles con este frío? Menos mal que encontré mi mono largo. Tendría que ponerme eso si no quería morir congelada por culpa de Harry. Me puse el mono y fui a ver lo que había en la cocina.

- Auro, ya estoy listo. ¿Nos vamos?

- Sí, pero respóndeme a una pregunta. ¿Por qué diablos solo me has metido vestidos en la maleta?

- Pues porque era lo único que había en el armario. Recuerda, aunque aquí haga frío, allí no.

- ¿Y no se te ocurrió mirar en las cajas donde ponía invierno?

- Vale, sí, soy el peor novio del mundo. ¿Podemos irnos ya?

- Ven aquí anda – y se acercó donde yo estaba. Le abracé y le di un beso muy rápido. - ¿Sabes que te quiero, que eres lo más importante para mí y que gracias a ti he hecho realidad uno de mis sueños, verdad?

- Qué pelota eres. Pero sí, todo eso lo sé. Aunque no está mal oírlo de vez en cuando.

- Te quiero.

- Y yo a ti, pequeña.

Nos besamos y apunto estuvimos de no salir de casa, pero a mí me apetecía mucho ver la ciudad, ya tendríamos tiempo para eso más tarde. Salimos de casa y cogimos un taxi para ir al centro.

El taxi nos dejó en un extremo y nosotros pudimos recorrer todo el centro hasta la otra punta. Me encantaba andar por la nieve, era peligroso, pero si me agarraba bien a Harry, no tendría problemas. Estuvimos andando hasta que empezamos a sentir hambre. Encontramos una pequeña pastelería y entramos sin pensarlo. Mientras Harry pedía algo, yo vi a una madre con su hija a nuestro lado. La niña tendría unos cinco años y era una monada. No dejaba de mirarme, pero poniendo a su madre de barrera. Yo le saqué la lengua y ella hizo lo mismo. Se la volví a sacar y la niña empezó a reírse. Estuvimos un rato poniendo gestos muy ridículos hasta que nos tuvimos que ir. Salimos de la tienda y como despido, le volví a sacar la lengua. Cuando ya estábamos un poco alejados, empezamos a comernos los panecillos que Harry había comprado.

- Cuando sea mayor quiero tener una niña tan guapa como la de la tienda.

- ¿Y cuándo será eso? – preguntó Harry terminándose lo que le quedaba.

- Pues eso, cuando sea mayor.

- Ah. ¿Y ahora qué eres?

- ¡Soy joven! Demasiado joven para tener un hijo ya – y Harry se empezó a reír.

- Te recuerdo que tienes veintiséis años.

- ¿Me estás diciendo que ya tengo edad para tener un hijo? – y paré para mirarle a la cara.

- No sé. Solo digo que tampoco eres tan joven como tú dices. Hace un par de años que tienes un buen trabajo. Y tienes tu propia casa y una pareja estable. – no podía ser verdad lo que me estaba diciendo.

- ¿Quieres que tengamos un hijo? – estaba alucinando.

- Tranquilízate y respira hondo. Claro que quiero tener un hijo tuyo. Pero no he dicho que tenga que ser ahora. Solo cuando estemos preparados, los dos – y me cogió la mano para tranquilizarme.

- Vale. Entonces, de momento solo disfrutemos – y le besé.

- Me parece una gran idea. ¿Entramos en esa tienda para comprar las cosas para casa? – dijo señalando una tienda en la otra acera un poco más grande que el resto.

- Vale.

Y después de ese momento tan raro, nos adentramos en la tienda, y llenamos las bolsas. El dependiente se nos quedó mirando con la cantidad de comida y bebida que estábamos comprando. Salimos y esperamos al primer taxi que pasara.

Cuando llegamos, dejamos la compra en la cocina y nos pusimos algo más cómodo. Dejé que Harry descansara y me puse a hacer yo la comida. Pero en vez de tumbarse en la cama o leer o hacer cualquier otra cosa, estuvo todo el rato en la cocina, haciéndome reír y estorbando todo lo que podía y más. Pero a mí me encantaban esos momentos. Siempre pasaban dos cosas, o acabábamos en el suelo de la cocina, o llenos de comida y, por lo tanto, yéndonos a la ducha los dos juntos. Era ya nuestra costumbre a la hora de comer.

Esta vez pasó lo primero. Cuando nos recuperamos, comimos muy rápido y en silencio. Pero después de comer, ninguno de los dos teníamos fuerzas para nada. Harry se fue al cuarto para leer un rato y yo salí con mi cámara, para poder inmortalizar aquel paisaje tan bonito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario