lunes, 18 de julio de 2011

Capítulo 6

Los días siguientes fueron muy normales. Pasábamos la mayor parte del tiempo en la cama, pero sin dormir. Desde que le dije que quería tener un hijo, Harry me había obligado a no salir del dormitorio, según él, teníamos que aprovechar ahora. Era muy divertido verle así, tan emocionado con la idea. Pero en el fondo estaba tan asustado como yo.

Después de una semana encerrados en la casa, salimos para ver un poco más de Tromso. Nos habíamos olvidado por completo que aún estábamos allí, en ese lugar tan bonito. Me costó mucho convencerle, pero al final cedió y fuimos a descubrir un poco más de aquellas tierras.

Estuvimos todo el día caminando, pero valía la pena, veíamos paisajes muy bonitos. Y en cada parada, yo sacaba la cámara y hacía mil fotos. No quería olvidar nada. Estaban siendo unas vacaciones perfectas, pero los dos sabíamos que pronto tendríamos que volver, nuestras obligaciones nos llamaban. Pero ninguno de los dos quería irse, se estaba tan bien, podría ser muy fácil olvidarse de todo y quedarnos allí para siempre. Yo podría haberme quedado, por lo menos duramente un tiempo, haber hecho mi trabajo desde aquí, pero Harry no. Él tenía que estar donde estuviera el grupo. Y eso era lo más difícil para él. No quería irse, le encantaba ese sitio, pero tarde o temprano recibiría una llamada que le obligaría a bajarse de las nubes y volver a la vida real. Y cada vez temíamos más esa llamada.

La tarde la pasamos donde habíamos visto la Aurora Boreal. Harry volvió a limpiar la mesa de nieve y me ayudó a subir. De día se veía todo precioso. Aquel lugar tenía algo muy especial, no sabía qué era, pero estar allí, sentada junto a Harry, hacía que muchos recuerdos y emociones vinieran a mí.

- ¿Te acuerdas de la primera vez que me hablaste? – le pregunté.

- Perfectamente. Entramos los dos a la vez en el metro, te pusiste muy roja porque habíamos chocado y yo me reí y te dije que no pasaba nada.

- Quién nos iba a decir que siete años después, íbamos a estar aquí, viendo la puesta de sol en Tromso.

- ¿Y tú te acuerdas de lo que pasó después? – preguntó mientras se reía.

- Gracias por recordarme el día más humillante de mi vida. Siempre que me pongo nerviosa por culpa de un chico, me da por escupir. Y esa vez te tocó a ti ser escupido.

- Fue gracioso, aunque un poco asqueroso. – y no paró de reírse.

- Gracioso para ti, porque para mí, no lo fue. Imagínate cómo me sentí. Me choco con el chico más guapo del mundo y le escupo. ¿Cómo te hubieras sentido tú si te hubiera pasado a ti?

- Eres una exagerada. No fue para tanto. Además, gracias a eso, hiciste que no me olvidara de ti. Así es cómo te reconocí la siguiente vez que te vi. – y sonrió.

- Sí, también fue bastante penoso. Yo bailando muy borracha y tú con tus amigos riéndote de mí. Genial. No sé cómo acabaste conmigo – creo que no debí haber sacado ese tema, era demasiado humillante recordarlo.

- Pues fue ahí cuando me enamoré de ti. ¿No te acuerdas qué pasó? – y esperó a que yo recordara cada detalle de aquella noche.

- Bueno, me acuerdo de que me bebí todo el alcohol de aquella discoteca. Luego me suena que empecé a bailar como una loca. Y creo que te reconocí, pero ya no me acuerdo de más. Bueno sí, me acuerdo del día siguiente y de la resaca.

- ¿Y qué más? Te lo he contado muchas veces – odiaba mucho cuando se ponía así.

- Lo sé, pero es de las cosas que intento olvidar de mi pasado.

- Ahora que lo pienso, siempre te he contado mi punto de vista, pero no sé cómo lo viviste tú – y me puso esos ojos de cordero degollado que tanto odiaba.

- A veces te pones muy insoportable. Vale, recuerdo que cuando estaba bailando un tío se me acercó y empezó a sobarme demasiado. Te vi y no sé porque, pero me dio por ponerte celoso – risas de Harry.

- ¿Y qué más?

- Empecé a moverme provocando demasiado al tío ese. Y entonces le besé. Fue bastante asqueroso. Y como yo llevaba un vestido bastante corto…

- Y que te quedaba muy bien.

- ¿Vas a cortarme todo el rato o puedo continuar?

- Tenía que decirlo. Estabas muy guapa y sexy esa noche – me miró y entendió que no me gustaba recordar esa noche. – Vale, ya me callo.

- Bien. Lo que recuerdo que pasó después, es una mano tirando de mí. Yo estiraba para el otro lado, como si no quisiera seguirle. Entonces, el tío me dio un tirón y acabé en el suelo, llorando como una tonta. Me levanté como pude y te vi encarándote con él. En ese momento pensé que eras un verdadero idiota.

- Y lo sigues pensando, ¿o no? – y seguía riéndose.

- Sí, eres mi idiota – y esta vez yo también me reí. – Cuando le fuiste a pegar me puse en medio. No sé qué me llevo a hacer eso, pero lo hice. Me acuerdo de haberte mirado a los ojos y de haberte suplicado que no lo hicieras. Algo realmente ridículo.

- ¿Y de verdad pensabas que no iba a darle su merecido? Parecías tan frágil en ese momento, que lo único que quería era protegerte. Y creo que es lo que he hecho hasta ahora, ¿o tienes alguna queja? – y me besó.

- Ninguna. ¡Pero estaba contando yo la historia! No sirvió de nada que te suplicara. Le pegaste y él te pegó. Todo precioso. Y yo, tonta de mí, empecé a pegarte y a cogerte del brazo para que lo dejaras. Y al final, la que salió perdiendo fui yo. Recuerdo que cuando me empujasteis, salí de la discoteca y me puse a correr, aunque no sabía muy bien por dónde estaba yendo. Me paré y me senté en un banco que encontré. Al cabo de cinco minutos, ya estabas ahí, poniéndome tu chaqueta encima y abrazándome.

- Y ahí es cuando te enamoraste de mí – y puso una sonrisa triunfal.

- No. Estaba demasiado borracha como para pensar en eso. En esos momentos solo quería irme a casa. Me enamoré la siguiente vez que te vi.

- Eso fue en el concierto. ¿Te enamoraste de mí ahí?

- Bueno, no exactamente. Fue después, cuando mis amigas y yo estábamos fuera esperando a que salierais y que nos firmarais un autógrafo. En ese momento os ibais a meter en el coche, pero me miraste y me reconociste. Los chicos te gritaban para que entraras en el coche, pero tú no les hiciste caso. Viniste hacia donde estábamos nosotras, nos firmaste los discos y me diste un beso en la mejilla. En ese momento supe que tenía que volver a verte. ¡Y cómo me costó conseguirlo! Eres un chico muy ocupado y con mucha seguridad a tu alrededor.

- Desde el principio supe que eras tú la que intentaba entrar en el sitio donde grabábamos. Sabía que venías todos los días para intentarlo, pero que el de seguridad no te dejaba. Me lo pasaba muy bien viendo tu cara de decepción. Pero ni aún así te rendiste – y me volvió a besar.

- Nunca me rendí – y apoyé mi cabeza en su hombre para terminar de contemplar la puesta de sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario