lunes, 18 de julio de 2011

Capítulo 1

Habíamos estado mucho tiempo separados. Por motivos personales, tuve que volverme a España, mi familia me necesitaba. Pasaron dos meses hasta que pude volver a verle. Cuando bajé del avión, Harry estaba ahí, esperándome con una gran sonrisa. Solté las maletas y corrí hacia donde se encontraba. Le abracé y él me cogió y se fue directo a mis labios. Después de varios minutos sin poder respirar, me separé un poco y le miré. Tan guapo como siempre. Acaricié su frente, sus ojos, su nariz, sus labios y, después de hacerlo, volvió a besarme. Demasiado tiempo sin sentir ese escalofrío que me recorría la espalda cada vez que Harry me besaba. Me dejó en el suelo y me cogió la mano. Fuimos hasta donde estaban mis maletas y él me ayudó a llevarlas.

Pensé que nos dirigíamos al coche, pero no. No salimos del aeropuerto. Harry me dirigía a otro control. Le miré extrañada y él me apretó la mano para que confiara en él. Pasamos el control y fuimos hacia una puerta de embarque. Miré la pantalla de la televisión y vi que ponía Tromso. ¿Nos íbamos a Noruega? ¿Por qué? Le volví a mirar suplicándole que me lo explicara, pero él solo me besó, no me quiso decir nada. Esperamos durante una media hora y por fin entramos en el avión. Yo seguía dándole vueltas al porque del viaje. ¿Qué se nos había perdido en Noruega?

Nos sentamos en nuestros respectivos asientos y miré por la ventana. Me irritaba mucho tanto secretismo. Me giré decidida a bombardearle a preguntas, pero él me puso un dedo en los labios y sonrió.

- Lo divertido de las sorpresas es que no te enteres de lo que pasa hasta que lo ves con tus propios ojos. ¿Crees que podrás aguantar unas cuantas horas? – y me dejó hablar.

- Porque estoy muerta del viaje, si no sabes perfectamente que te daría el coñazo todo vuelo. – y los dos reímos. – Pero hay un problema. Vamos al norte de Noruega. ¡No tengo ropa de abrigo!

- No te preocupes, está todo pensado. Tú solo disfruta del viaje.

Durante todo el trayecto estuvimos en silencio. Harry me pasó un brazo por detrás y dejó que me apoyara en él. De vez en cuando notaba que me daba besos en el pelo. Él también me había echado mucho de menos. Me asomé a la ventana y solo se veía montañas cubiertas de nieve. Era un paisaje muy bonito.

Aterrizamos después de unas cuantas horas y salimos sin prisas. Harry llevó las maletas que había traído yo de España y nos dirigimos hacia la salida. Cuando estábamos fuera del aeropuerto me quedé sin habla. Era el lugar más bonito que había visto jamás. Todo estaba nevado, las casas, la carretera, los coches, los árboles, los bancos. Miré a Harry y no supe qué decirle. Todo parecía sacado de un sueño.

- Bienvenida a Tromso. – me dijo en un susurro.

Harry me animó para que andara un poco y no me congelara. Llamó a un taxi y nos metimos muy rápido. Hacía muchísimo frío y yo sin abrigo ni nada parecido. Recorrimos todo el centro. Yo no paraba de mirar por la ventana, no quería perderme nada. Después de dejar muy atrás las grandes casas, los hoteles y tiendas de suvenires, nos metimos por unas calles más estrechas, con casas más pequeñas y separadas. Parecía una villa de pescadores, con sus barcos anclados en el puerto. Tras pasar por muchas calles, nos metimos por una especie de bosque.

Yo no podía creerme que estaba en aquel lugar de ensueño. Siempre había querido ir a algún sitio parecido. Y ahora estaba en Tromso, con la persona más importante de mi vida.

El taxi paró de repente. Harry bajó y se dirigió a mi puerta para abrirla y ayudarme a salir. Estaba todo cubierto por la nieve, así que tendría que tener cuidado para no acabar en el suelo. Me cogió por la cintura y andamos hacia lo que parecía una casa. Nos paremos justo enfrente de las escaleras. Era preciosa. Era de madera y tenía solo un piso. Subimos con mucho cuidado las escaleras y nos dimos la vuelta para contemplar el paisaje.

- Es precioso – fue lo único que pude decir.

- Lo sé. En fotos ya es bonito, pero verlo aquí y ahora, es mucho más que eso.

Esta vez me giré para quedarme justo delante de él. Me puse de puntillas y me agarré a su cuello. Él me miró a los ojos y antes de besarme, se dirigió a mi oído.

- Te quiero – y me besó.

Después de unos minutos empecé a sentir mucho frío. Harry lo notó y me cogió en brazos. Yo empecé a reírme, pero le dejé que me llevara, tenía mucho frío, y sentir su calidez me venía muy bien en esos momentos. Entramos y me depositó en el suelo. Eché un vistazo y vi que había un par de maletas. Sin mirar a Harry fui hacia ellas y abrí una, esperando a que hubiera ropa mía. Acerté. Cogí una chaqueta y me la puse encima. Noté que Harry se acercaba y me abrazaba por la espalda. Me besó en la nuca y me dio la vuelta.

- A que ahora no te arrepientes de que no te haya dicho nada – me dijo con una gran sonrisa.

- Eres muy tonto – y le di un beso en la nariz.

Me separé de él y empecé a investigar por aquella casita en medio de la nada. A la derecha había una pequeña cocina. Toqué todos los utensilios que había y abrí todos los armarios y cajones. Al fondo había una mesa con un macetero en medio. En él, había muchas piñas. Salí de la cocina y me dirigí a la otra parte. Abrí una puerta y me encontré con el baño. Era pequeño, pero muy bonito. No me demoré mucho en él. Abrí la última puerta y supuse que sería nuestro dormitorio. Efectivamente, era una habitación bastante grande y muy iluminada. En el centro, había una cama de matrimonio. Sonreí para mí y miré hacia donde estaba Harry.

- ¿Cuánto tiempo nos vamos a quedar aquí?

- Todo el que tú quieras. ¿Por?

- Porque me he enamorado de esa cama. Creo que le vamos a dar mucho uso – y me empecé a reír.

Harry vino y se asomó para ver la habitación. Se giró hacia mí y su mirada lo decía todo. Pero yo negué con la cabeza y él suspiró, decepcionado.

- Primero quiero verlo todo – y le di un beso.

Cuando había visto todos los rincones de la que iba a ser nuestra casa por un tiempo, salimos a comer algo. Justo nada más salir, resbalé con un escalón y me caí. Harry, en vez de ayudarme, me hizo una foto con su móvil y no paró de reír hasta que yo me levanté como pude y le di un puñetazo en el brazo. Luego me alejé de él y, en menos de dos pasos, ya lo tenía a mi lado. Me cogió por la cintura y me dio un beso en la mejilla. Se me pasó rápido el enfado y continuamos el camino disfrutando de aquel paisaje perfecto.

Después de comer volvimos a la casa. Descansamos un rato y le dimos uso a nuestra gigantesca cama. Cuando se hizo de noche, Harry me dijo que tenía otra sorpresa para mí. Volvimos a ponernos mil capas de ropa y salimos otra vez. Esta vez fuimos en taxi al restaurante. Cuando llegamos, Harry me abrió la puerta y nos sentaron en una mesa un poco alejada. Había un par de velas encima y una rosa. El sitio era demasiado bonito para la ropa que llevábamos los dos. Nos sentamos y Harry se encargó de pedir la cena y una copa del mejor vino del lugar.

Nuestras copas chocaron con el brindis. Cada uno bebió y empezamos a cenar. La comida estaba realmente exquisita. Cuando acabamos, el camarero nos quitó los platos y puso en medio la tarta de chocolate y dos tenedores. Él fue el primero en probarla, esperé a que me diera su aprobación y entonces cogí mi tenedor y corté un trocito. Deliciosa. Hacía mucho que no tomaba una tarta tan rica. Mientras nos terminábamos la tarta, no parábamos de mirarnos y sonreír. Estaba siendo una noche inmejorable. Harry y yo, perdidos en un lugar precioso.

Terminamos de cenar y volvimos a coger un taxi, pero esta vez, nuestro destino era diferente. No sabía dónde estábamos yendo. Solo se veía carretera y árboles a los dos lados. Después de media hora de trayecto, por fin llegamos. Bajamos del coche y, Harry me dirigió hacia lo alto de una montaña. Cuando llegamos, nos acercamos al precipicio, donde había una mesa con dos bancos. Parecía que ahí solía subir bastante gente. Harry quitó la nieve de la mesa y me ayudó a subir. Nos sentamos y él me abrazó.

- ¿Qué hacemos aquí?

- Espera y verás.

Pasaron unos minutos y no vi nada. Apoyé mi cabeza en su hombro y unos minutos después, oí a Harry decirme que mirara al cielo. Alcé los ojos y vi la cosa más hermosa e increíble del mundo. Llevaba años soñando con verlo y por fin lo tenía ante mis ojos. Harry me había llevado a Tromso para ver la Aurora Boreal.

Cuando terminó tenía los ojos llenos de lágrimas. Miré a Harry y le abracé. Él me apartó y me secó las lágrimas, me acarició y me besó. Nos separamos y cogí su mano, me la puse en el pecho y le volví a mirar.

- Mi corazón aún no se lo cree.

- Eso es que le ha gustado – dijo sonriendo.

- Gracias por este regalo, por el viaje, por la casa, por la cena, por todo. Gracias por estar a mi lado en este momento tan mágico. Ahora mismo no quisiera estar ni en otro lugar ni con nadie más.

Se acercó a mí y me volvió a besar. Pero paró, me giró la cara levemente y ahí estaba otra vez, el fenómeno más hermoso que la naturaleza nos ha dado. Y lo estaba disfrutando con la persona más especial y que más quería del universo. Me abracé a él y, sin dejar de mirar al cielo, le susurré en el oído:

- Te quiero.

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